María de la Concepción Bona y Hdez.
María de la Concepción Bona y Hernández nace en Santo Domingo el 6 de diciembre del año 1824. Dos años antes, en febrero de 1822, se había iniciado el período de la ocupación haitiana de Santo Domingo
Al asumir Jean Pierre Boyer el mando total de nuestra parte de la isla, las diferencias entre los pobladores eran enormes, sobre todo en la base cultural y política. Los haitianos poseían una base cultural franco-africana mientras nuestro pueblo era poseedor de una base cultural totalmente hispánica.
Bajo este estado opresivo y humillante nace y se cría Concepción Bona en una familia dominicana que se comprometería totalmente con el ideario de Duarte. Su abuela María Merced Pérez Díaz Morales se había casado en primeras nupcias en la Villa de San Carlos con Pantaleón Pina y de esa unión habian nacido: Manuela, Juan Andrés, El Prócer de la Independencia, Ana Santiago, Marcelina y Dominga.
En 1844 cuando Concepción Bona contaba sólo 18 años de edad era una joven perteneciente a una familia ardientemente adscrita a la causa de la Independencia Nacional y totalmente compromentida con los ideales del Patricio Duarte, y es que Concepción el amor a la patria lo llevaba en la sangre, por eso cuando su padre Ignacio Bona estampa la firma número 90 del Manifiesto del 16 de enero, documento que representa el Acta de nuestra Independencia Nacional, lo hace junto a su hermano Juan Pina, pero también junto a Tomás Bobadilla y Briones, Ramón Mella, Francisco del Rosario Sánchez, y otros trinitarios. Todos amigos y vecinos.
A esa edad Concepción Bona ya era parte activa en las reuniones de muchachos y muchachas que en los ojos del invasor se congregaban en las tardes a estudiar, pero que realmente complotaban con un solo fín: conquistar la libertad de la Patria.
Cuando los patriotas escogen a María de la Concepción Bona y Hernández para la gran tarea de plasmar en tela su magnífica obra tricolor concebida por el Patricio Duarte, que nos representaría ante el mundo como una nueva nación que nace libre e independiente, lo hacen confiando esa gran obra a una amiga cercana y plenamente identificada con la causa nacional, pero también sabiendo que se hacía ese encargo una mujer valiente y apasionada, capaz de enfrentar con madurez los riesgos que aquello representaba. En ese momento se convierte en Patriota junto a su prima María de Jesús Pina.
Concepción Bona supo representar dignamente el papel que el destino le había encomendado, por eso llegado el momento la joven penetra enardecida la escena libertadora que se desarrolla desde la Puerta de la Misericordia hasta el Baluarte del Conde, entre pólvora, cánticos patrióticos, familiares y amigos; y hace la entrega memorable en manos de Sánchez de nuestra primera enseña tricolor, se inmortaliza en la historia.
Cuando la luz del sol aclaró la mañana del 28 de febrero de 1844, la obra magna de esta heroína nacional ondeaba libre y soberana sobre el Altar de la Patria. Nacía la República Dominicana.
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